Aunque estés leyendo este artículo en la fecha actual, hay una curiosa e interesante teoría que dice esa no es la fecha, afirman que se nos ha robado más de 300 años de historia y el hecho de que tengamos esos datos erróneos en nuestros calendarios es debido a un error matemático y al capricho de dos hombres que decidieron manipular los calendarios.
Antes de hablar sobre el tiempo fantasma sería bueno conocer qué es el tiempo.Aunque parezca fácil definirlo, lo cierto es que no lo es, pues ni los expertos en la materia han podido lograr llegar a un acuerdo sobre qué es el tiempo.
Algunos definen el tiempo como la duración de las cosas sujetas a cambio que determinan las épocas, períodos, horas, días, semanas, siglos, etcétera. Desde este punto de vista el tiempo está sujeto a una medida por lo que es igual para todo el mundo.
Pero en la mecánica relativista, el concepto de tiempo adquiere una mayor complejidad a la hora de ser definido, se entiende que sus valores pueden variar según el observador, el sistema de referencia que se utilice y el punto en el que se encuentre el observador.
Eso es mucha física y relatividad, hablemos de lo que verdaderamente nos interesa, los supuestos años agregados a nuestro calendario y que nos están haciendo creer que vivimo en una época que no es.
Los primeros calendarios fueron lunares: las fases de la Luna y la situación de los planetas en el cielo servían de referencia para la medición del tiempo. Pasados 12 estaciones lunares, se contemplaba que se había completado un año.
Debido a las cosechas y la agricultura, se tenía la necesidad de contemplar también las estaciones, y por este motivo se crearon los calendarios lunisolares. Estos tipos de calendarios formaban grupos de periodos climáticos con sus respectivos meses lunares.
Los primeros calendarios datan de hace más de 5000 años se antigüedad, utilizados por los sumerios, posteriormente los egipcios, babilonios, griegos, mayas, gregorianos y romanos.
Para 700 a.C., en Roma se empleaba un calendario basado en un año de trescientos cincuenta y cinco días dividido en doce meses.
Este calendario permaneció así hasta el 45 a.C., en que Julio César estableció el llamado calendario juliano, así llamado en su honor.
Se añadieron entonces diez días para completar los 365 días reales que tarda la tierra en girar alrededor del sol.
Cómo Constitución en país de tercer mundo, las fechas en los calendarios venían sufriendo modificaciones y manipulaciones con el objetivo de que los políticos romanos durarán más tiempo en el poder.
El mismísimo julio césar sintió que su hombría mermaba debido a que su mes (Julio) tenía solo 30 días por lo que decidió agregarle un día más para recuperar su honor.
Tras el acceso de Augusto al poder, este emperador pensó que no estaba bien que su mes (agosto), tuviera un día menos que el de César (julio), por lo que se quitó un día a febrero que quedó en veintinueve.
Como no era posible tener tres meses seguidos con treinta y un días, se corrigió de nuevo el calendario quedando septiembre y noviembre con treinta días, y a octubre y diciembre se les asignó treinta y uno.
Como la cuenta no resultaba, se le quitó de nuevo un día al mes de febrero, que recuperaba sólo cada cuatro años, en los bisiestos para que el calendario coincidiera con el año solar.
El problema es que después se demostró que el año solar no dura 365 días sino, 365,24.
Eso suponía que, durante más de 1600 años, se habían estado contando 11 minutos de más a cada año, lo que supone que cada 128 años se ganaba un día. Por eso, Gregorio XIII decidió que había que retocar el calendario y adaptarlo, ya que la fecha solar no se correspondía con la que se llevaba en la Tierra.
El Papa adelantó el calendario 10 días. Así, en 1582, el día siguiente al 4 de octubre no fue el 5, sino el 15, por lo que esos 10 días no existieron oficialmente.
Haciendo cálculos matemáticos, se determinó que al papa le pasó como a mi en clases de contabilidad, cometió un error de cálculo ya que la cantidad de días a agregar eran 13 no diez como hizo.
Éstos tres días terminaron provocando un desfase temporal por tal razón en los años 90 surgió la hipótesis del tiempo fantasma.
Según este grupo de "historiadores", actualmente no estaríamos viviendo en el siglo XXI, sino en el XVIII, concretamente en 1724.
Según los divulgadores de la teoría del tiempo fantasma, otros dos responsables de robarnos más de 300 años de historia fue el emperador Otto II quien se alió con Silvestre II, el Papa de la época, porque ambos querían vivir en el año 1000.
El problema es que ambos nacieron 300 años antes, pero decidieron cambiar la fecha para poder vivir el cambio de milenio.
Si bien la teoría es entretenida, casi todos los historiadores la ven como ridícula. La hipótesis del tiempo fantasma ofrece poca explicación de por qué otras civilizaciones como China, India y Persia habrían llenado sus páginas con eventos temporalmente coincidentes.