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jueves, 28 de mayo de 2015

¿Por qué los buenos sufren?

Por: Emilio Yang

Tomado del libro: Mas Allá de La Imaginación 


Es normal escuchar que alguien nos diga que algún individuo comete malas acciones, pero algún día va a pagar por todas sus maldades, o que nos pase por la cabeza que solo las personas malas sufren.



Cuando alguna desventura llega a nuestra vida tendemos a reclamarle a Dios ¿por qué a mí? Si soy tan bueno, ¿Por qué no hizo nada cuando esta situación estaba pasando?...




Veamos lo que nos dicen John T. Baldwin, L.James Gibson y Jerry D Thomas sobre el porqué nos suceden las cosas malas en su libro Más allá De La Imaginación.






¿Por qué Lo Malo?


El 1 de noviembre de 1755 era una importante fiesta religiosa en Portugal. Normalmente, el rey José I y su reina, Mariana Victoria de España se unirían a las grandes multitudes, acudían las mayores élites tanto sociales y religiosos. 






La familia acudió al oficio religioso al amanecer y luego dejaron su palacio real de Ribeira en la orilla del rió Tajo para disfrutar de un día en el campo, sin saber que nunca volverían a ver a su casa.

Hacia las 9:40 de la mañana, se fracturo una sección del lecho marino de la costa de Portugal, produciendo uno de los mayores terremotos de la historia de los que tenemos constancia. Se calcula que su magnitud estuvo entre los 8.5 y 9.5 de la escala de Richter.




El terremoto de Lisboa de 1755 fue uno de los desastres naturales más significativo de la Historia. El temblor se sintió de Finlandia a África y que tsunamis de diversos tamaños alcanzaron el norte de África, Francia, Inglaterra, Irlanda, Bélgica Holanda y las Islas del Caribe.


El terremoto destruyo gran parte de la ciudad de Lisboa, Incluyendo el palacio real con su biblioteca de unos setenta mil volúmenes, la catedral del rey y unas colecciones de artes de valor incalculables.



 Las iglesias, llenas de fieles, se vinieron abajo matando a muchos cientos de personas. Miles de hogares y de otros edificios fueron destruidos o resultaron dañados, y las multitudes de supervivientes salieron al aire libre en busca de seguridad, reuniéndose en torno a los muelles, donde no habían ningún edificio que se les viniese encima.


Desde los muelles pudieron ver las aguas de las bahías retroceder mar adentro, lo que dejo al descubierto antiguos naufragios, y objetos variados de cargamentos perdidos. Inconscientes del peligro en el que se encontraban, muchos salieron en busca de tesoros en los barcos hundidos.

La multitud no sabía que los terremotos irían seguidos por una serie de tres tsunamis. Primero el agua fue hasta el oeste, vaciando la bahía. Minutos después una ola de marea de 6 a 9 metros de altura, subiendo por el rio Tajo, se estrello contra la ciudad, destruyendo lo que quedaba de los edificios que estaban situados cerca del agua.


Los muelles y todos los barcos del puerto fueron demolidos, y miles de personas que habían sobrevivido al terremoto  perdieron la vida en el tsunami.

Muchas personas habían dejado sus casas con tanta prisa que no apagaron el fuego en sus cocinas, además había velas encendidas en todas las iglesias por las fiestas. Pronto el fuego empezó a extenderse por la ciudad, ayudado por los saqueadores que deseaban ocultar las pruebas de sus robos.



El fuego destruyo gran parte de lo dejado por el terremoto, y el tsunami. Los incendios continuaron descontrolados cinco o seis días. El hospital Real de Todos los Santos, el mayor de la ciudad, quedo reducido a cenizas, matando a cientos de pacientes.


La familia Real sobrevivió al desastre, pero el rey jamás volvió a estar dispuesto a vivir bajo un edificio cerrado. Toda la corte real se traslado a un  gran complejo  de carpas fuera de Lisboa, en el que el rey vivió hasta su muerte.

Punto de Análisis y Reflexión


El terremoto de Lisboa marco un punto de Inflexión en la manera en que pensaba la gente. Antes del terremoto, los europeos tenían una forma muy “idealista” de considerar la religión y el mundo. Algunos filósofos era tal como dios lo había creado:

El mejor de todos los mundos posibles.

Otros pensadores de primera fila tenían sus dudas.

El terremoto pareció zanjar la cuestión: estaba claro que este no era el mejor mundo posible.


Desde el punto de vista religioso no parecía haber ninguna razón para la terrible catástrofe. Algunos dirigentes de la iglesia insistieron en que el terremoto era una especie de castigo divino sobre la ciudad.




Otros señalaron que el barrio Tolerancia (zona de prostitutas, drogas y licores) apenas se vio afectada, mientras que la mayoría de las  iglesias e importantes y de las catedrales quedo destruida. Eso no cuadraba con la idea de que Dios había enviado un castigo.


La gente empezó a buscar otras formas de entender el mundo. El terremoto de Lisboa llevo a un cambio fundamental de en la cultura del pensamiento europeo. Las catástrofes llegaron a ser vistas como consecuencias de las fuerzas naturales, no juicios divinos.